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jueves, 12 de mayo de 2016

APRENDIZAJE/SERVICIO EN EL COLEGIO FEDERICO GARCÍA LORCA

El aprendizaje-servicio es una propuesta educativa que combina procesos de aprendizaje y de servicio a la comunidad en un solo proyecto bien articulado donde los participantes aprenden al trabajar en necesidades reales del entorno con la finalidad de mejorarlo.
Estas son algunas de sus claves:
1.  En primer lugar, el verdadero éxito de la educación consiste en formar buenos ciudadanos capaces de mejorar la sociedad y no sólo su currículum personal.
2.  En segundo lugar, los niños y jóvenes no son los ciudadanos del futuro, son ya ciudadanos capaces de provocar cambios en su entorno. Los casi 4.500.000 de niños y jóvenes en edad escolar que tenemos en España pueden contribuir a hacer un mundo mejor arreglando el parque cercano a su escuela; aliviando la soledad de los abuelos o contando cuentos a niños más pequeños.
3.    Y en tercer lugar, resulta que además, hacer un servicio a la comunidad, ayudar a los otros, es uno de los métodos de aprendizaje más eficaces, porque los chicos y chicas encuentran sentido a lo que estudian cuando aplican sus conocimientos y habilidades en una práctica solidaria.
En definitiva, el aprendizaje-servicio es un método para unir compromiso social con el aprendizaje de conocimientos, habilidades, actitudes y valores. Aprender a ser competentes siendo útiles a los demás.
Yo he hecho un aprendizaje servicio en el colegio “Federico García Lorca” de Valencia, este proyecto para mí ha sido muy positivo. He podido ver que crear actividades a partir de la nada y sin apenas conocer a los niños/as es muy difícil, pero que se puede llevar a cabo.
Aún con algunos contratiempos he podido realizar todas las actividades propuestas y alcanzar todos los objetivos que me había propuesto. Me asombraba bastante la memoria que tenían los Rodrigo y Clara, ya que aun habiendo pasado una semana, dos semanas o tres se acordaban perfectamente de lo que iba el libro, supongo que esto quiere decir que les gustó.
En conclusión ha sido una experiencia muy divertida, muy positiva, de la que he aprendido mucho y que volvería a repetir sin dudarlo.

miércoles, 4 de mayo de 2016

NIÑO/A INSEGURO/A = NIÑO/A INFELIZ

Estamos inmersos en nuestro entorno. Desde pequeños/as, interaccionamos con él produciéndose una transacción recíproca continua, de tal manera que el más mínimo desajuste puede desembocar en angustia como respuesta ante ello, como mecanismo de reequilibrio, o producirse algún grado de somatización en forma de indisposición, dificultad para conciliar el sueño y otros efectos psicofisiológicos.

EL NIÑO/A INSEGURO

Especialmente indefensos a estos desequilibrios con el entorno son los niños/as de menos de seis años.
Todo su universo está en el círculo doméstico, que absorbe múltiples influencias externas, por tal motivo el menor se encuentra expuesto continuamente a la presión y peculiaridades de ámbito social en general y del núcleo familiar en particular. En determinadas condiciones, puede aparecer el síndrome del niño/a inseguro.

CAUSAS DE LA INSEGURIDAD EN LA INFANCIA

Los graves desequilibrios de su entorno, como puede ser el fallecimiento de los padres, generan ansiedad, tristeza y puede empeorar en graves depresiones y experiencias dolorosas de inseguridad.
Otros cambios aparentemente menores como un traslado de domicilio, una mascota perdida, etc., pueden causar los mismos síntomas. A esta temprana edad, la rutina ofrece seguridad, por eso, las situaciones que rompen este equilibrio son vividas como un peligro creando disociación y cuadros de ansiedad.

¿QUÉ ES EL OBJETO TRANSICIONAL?

Suele ser un muñeco, una mantita, un cojín, un chupete, etc., que recuerda y simboliza su entorno familiar al niño/a. Cuando, por circunstancias, el niño/a debe afrontar un traslado de domicilio, el objeto transicional ejerce la función de herramienta aseguradora, fortalecida por el pensamiento mágico propio de los pequeños/as, impidiendo que la alteración de su ámbito vital sea excesiva y que los sentimientos de inseguridad y miedo puedan resultar insoportables.

¿QUÉ NOS REVELA EL OBJETO DE POSESIÓN ACERCA DEL NIÑO/A?

Es un elemento de aprobación y aceptación del nuevo ambiente. Significa una positividad y buena receptividad hacia el nuevo contexto. El niño/a y el objeto transicional giran sobre la base de la seguridad. El dispositivo del objeto transicional reside en la alteración espacio-temporal, de tal manera que la atmósfera doméstica es migrada a otro emplazamiento, sin embargo, el objeto recompensador “per se” ya que su propia esencia es especialmente positiva para el niño/a. Es un compañero/a de afirmación para afrontar nuevos horizontes.

SEÑALES Y SÍNTOMAS MÁS HABITUALES EN EL NIÑO/A INSEGURO

La experiencia de inseguridad provoca una regresión a fases anteriores del desarrollo. Algunas de las señales que podemos observar en un niño/a inseguro son:
Perturbaciones en el comportamiento relativo a la higiene en general y dependencia materna para realizarlo. El niño/a inseguro tiende a delegar su higiene a la madre.
Modificaciones en el comportamiento afectivo: inestabilidad emocional, desobediencia, agresividad conductual y física con los otros niños/as, rotura de elementos para el juego. En ocasiones, el niño/a inseguro presenta una sintomatología opuesta: apocado, inseguro, taciturno, pasivo.
Cambios en el comportamiento motor: recesión en la evolución del desplazamiento, cese de la posición bípeda, claudicación del caminar, gateo, petición de ser llevado en brazos, retroceso en la habilidad de dibujar. También se observan en el niño/a inseguro distorsiones en la marcha al desplazarse, ademanes ilógicos.
Modificaciones conductuales a la hora de jugar: practican roles de menor edad, demasiada reincidencia en el mismo juego o miedo.
Perturbaciones del comportamiento afectivo: exigir que se esté por él, lloros, interpela, continuamente sobre cuestiones que ya conoce, temores irracionales.
Cambios conductuales en la alimentación: masticaciones largas, engullimiento primario, chasquidos al masticar, flatulencias, merma en las habilidades básicas como la utilización de cuchara y tenedor, malas formas, repudio selectivo, vómitos y desgana.
Presencia de comportamientos coercitivos en la masturbación.
Modificaciones conductuales del sueño: inquietud, hablar dormido, terrores nocturnos, interrupciones frecuentes del sueño con lloros a los padres y madres y petición de dejar una luz encendida, petición de dejar la puerta abierta y reclamar que los padres estén con él hasta que se duerma, oposición a ir a la cama.
Disminución en la productividad escolar: problemas de concentración en los estudios. 
Dificultades en la expresión corporal y oral: muecas y ademanes excéntricos, lenguaje trastabillado burlesco o trágico.

SIETE MANERAS DE FORTALECER LA AUTOESTIMA DE LOS NIÑOS/AS

Reconocer sus logros y esfuerzos.
Ayúdalos a corregir las creencias erróneas que tienen sobre ellos, por ejemplo "soy malo para las matemáticas.
Motívalos a descubrir todo lo que son capaces de hacer.
Escúchalos atentamente, ellos son lo más importante.
Enséñales a reconocer sus errores y aprender de ellos.
Guíalos a encontrar sus propias soluciones sin darles todas las respuestas.
Demuéstrales siempre tu cariño y orgullo.

sábado, 30 de abril de 2016

"Educar en el amor es hacer sentir valioso a nuestros hijos e hijas, inyectar de autoestima la 

personalidad por medio de los buenos tratos y el respeto. Cuando las personas reciben amor y 

respeto en la infancia, es mucho más probable que sea también lo que generen en pareja y en familia.

Trata bien a tus hijos/as, es la mejor herencia que se le puede dejar al mundo."



Álvaro Pallamares

viernes, 29 de abril de 2016

He llegado a una conclusión aterradora: yo soy el elemento decisivo en el aula. 
Es mi actitud personal la que crea el clima. Es mi humor diario el que determina el tiempo. 
Como maestra, poseo un poder tremendo: el de hacer que la vida de un niño sea miserable

o feliz… puedo ser un instrumento de lesión… o de cicatrización.
G. GUINOT, LA TRAGEDIA EDUCATIVA

UN DOCENTE PUEDE CAMBIAR DESTINOS

La escuela es un espacio de posibilidad. Puede ayudar a curar las heridas sociales producidas por el racismo y la discriminación. Para eso, es preciso que esté abierta a comprender las experiencias y trayectorias juveniles.
Los niños y niñas que viven en condiciones de marginalidad tienden a creer que no les da la cabeza para el estudio, o que no nacieron para las matemáticas, y se sienten inferiores, con baja autoestima. Pero un docente con altas expectativas puede cambiar destinos. La confianza es un elemento vertebrador en el vínculo docente-alumno/a. atravesado por el conocimiento. La autoridad que abraza se manifiesta en las relaciones cara a cara.
La innovación educativa no puede suceder sin confianza en los jóvenes. La condición para innovar es volver a mirar a los chicos y chicas, con una mirada despojada de prejuicios. La docente de esta historia supo volver a mirar a la niña como niña, ver sus capacidades más allá de los estigmas. De esta manera, pudo desnaturalizar la imagen que la niña tenía de sí misma, esta que le hacía creer que no sabía “nada”.

Atreverse a romper estructuras tradicionales de la evaluación, valorando los saberes más allá de la escuela, es una tarea tan difícil como necesaria. Así las historias mínimas de la vida en las aulas van a hacer emerger las grandes revoluciones educativas, que se inician con la confianza en las capacidades de los alumnos y alumnas.
Carina Kaplan

miércoles, 27 de abril de 2016

LOS NIÑOS/AS EN INFANTIL TIENEN QUE JUGAR Y NO APRENDER A LEER

La verdad es que no sé qué le pasa a la gente con los seis años. Parece que antes de esa edad los niños y niñas ya tienen que saber leer, escribir, sumar, restar y no sé qué cuantas cosas más. Parece ser que el segundo ciclo de educación infantil es un escenario que se debe pasar a toda prisa con unos objetivos bastante exigentes y ridículos.

Algunas personas, y eso incluye también a los padres y madres, no son conscientes de que no todos los niños/as tienen el mismo ritmo de maduración. Y que tienen que aprender las cosas solo cuando ellos estén preparados. Yo personalmente creo que leer no es una de las cosas que un niño/a debería aprender antes de los seis años. Si lo analizamos detenidamente, yo me pregunto: ¿pero para qué necesita leer y escribir un niño/a de infantil? La respuesta es clara: PARA NADA, ABSOLUTAMENTE NADA.

Es más que obvio, que para jugar los niños/as no necesitan leer ni escribir, para gestionar las emociones, para ir aprendiendo valores poco a poco, no lo necesitan. Para disfrutar de un cuento, únicamente necesitan ver los dibujos y utilizar su imaginación. Y algunos libros prefieren no contener dibujos ni imágenes para que así los más pequeños desarrollen su creatividad. Para vestirse y desvestirse, tampoco un niño/a de seis años necesita leer y escribir. Para comer solos tampoco lo necesitan y para divertirse, menos aún. Pero eso al sistema educativo y a los padres y madres les da igual: están empeñados que a esa edad, sus alumnos/as y sus hijos/as ya tienen que ser casi unos expertos lectores y escritores. Y cuidado, algún que otro progenitor podría enfadarse si algún maestro/a decidiera no llevar esa tarea a cabo en su aula.

Pero, ¿por qué tanta prisa? ¿Realmente hay algún estudio que pruebe que aprender a leer y a escribir antes de los seis años será mejor para los pequeños/as? ¿Obtendrán mejores calificaciones entonces? Pues hasta donde yo sé, la respuesta es no. Un niño/a que sabe leer y escribir desde los cinco años no será mejor que uno que no sepa. Y tampoco obtendrá mejores notas. La mayoría de países que tenemos alrededor, se echan las manos a la cabeza cuando leen o escuchan que en España enseñan a un niño/a a leer antes de los seis años, cuando por ejemplo, los innovadores fineses se centran en actividades lúdicas, en la educación emocional, en la imaginación, en la diversión y en la creatividad.
Muchos, cuando crecemos, olvidamos lo que es ser niño/a; pensar, sentir y mirar con los ojos de un infante, es tan diferente, todo es tan nuevo, creemos en la magia, en los súper héroes, en que podremos ser bomberos, médicos o astronautas…

El juego satisface muchas necesidades en la vida del niño/a, como ser estimulado a base de la diversión, satisfacer la curiosidad y explorar; favorece el crecimiento de las capacidades sensoriales y habilidades físicas que a su vez ofrece la oportunidad de ejercitar y ampliar habilidades intelectuales, también promueve el desarrollo social y la creatividad.
Los niños en el juego internalizan los valores y reglas sociales, aprenden a ver su mundo y lo que los rodea, este se vuelve una herramienta que ayuda en los procesos psicológicos de los infantes, pues les permite asimilar el mundo de adultos; resulta por tanto indispensable a su equilibrio afectivo e intelectual y permite su adaptación.
Por estas razones pongamos a jugar a los niños/as, no limitemos su imaginación y expandamos sus horizontes; que jueguen no les quita el tiempo ni los vuelve ociosos, por  el contrario.